Ya casi un año de paseos en mi Rolls y aún no les he hablado de lo que fue el evangelio de mi adolescencia. Se trata del libro ‘¡Gritad!’, por Philip Norman, biógrafo de los chicos y también biógrafo de Lennon. El evangelio según San Philip, como les digo, se titula ‘¡Gritad!’ (Shout in inglishh) y a mi me tuvo el cerebro absorbido durante mi primer año de arquitectura. Lo que Le corbusier no consiguió, afortunadamente, lo consiguió Norman –no confundir con ‘normal’-. Lo siento catedráticos y académicos.
El evangelio cuenta la historia de los chicos desde la infancia de cada uno de ellos hasta el éxito conjunto y su separación final, páginas y páginas de emocionantes anécdotas y aventurillas. Por supuesto, aquí no les voy a hacer un resumen, simplemente quiero recordar una de esas anécdotas que se me quedó clavada en la memoria. Dice así.
To the top
Lennon siempre tuvo claro que él y sus chicos –pero sobre todo él- iba a llegar al top de los tops de todos los tops. La pregunta que siempre gritaba a los chicos cuando iban subidos a la furgoneta en sus primeros bolos por los pueblos de las islas y antes de contratos discográficos y demás bitelmanías era: ‘¡¡¡¿Hacia dónde vamos, chicos?!!!’, y el resto respondía al unísono: ‘¡¡¡Vamos to the top, Johnny!!!’’ ‘to the top!!!’ Tanta seguridad en lo que estaban haciendo y tanta confianza en el éxito le deja a uno desarmado. Lennon en ningún momento se planteó el fracaso. No había espacio en su cerebro –o lo tenía bloqueado- para esta minucia. Pero pudo haber ocurrido: la línea que separa el éxito del fracaso es muy delgada, casi inapreciable. Hacen falta, más allá del talento, unas cuantas gotas de suerte, esto es, estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.
Y es ahí donde entra Brian Epstein, manager y gran personaje que arropó a los chicos y buscó como sabueso contrato discográfico en una multinacional hasta debajo de los adoquines de Picadilly circus. Ese contrato se hizo esperar cosa de un año y fue el último clavo –Parlophone, un sello subsidiario de la EMI- el que finalmente los sujetó. Los momentos previos al acuerdo final con Parlophone fueron bastante tensos. Lennon estaba quemado con Epstein porque no conseguía nada para ellos, (él y sir Paul esperaban cada fin de semana en la estación de tren de Liverpool su regreso de la City londinense con supuestas ‘buenas noticias’; por aquel entonces Liverpool quedaba muuuy lejos de la capital del imperio). Epstein era consciente de la ansiedad y fragilidad de Lennon. A pesar de su supuesta seguridad acerca de su anhelado éxito, sabía que se hundiría como el que más y en lo más oscuro del océano profundo del horror si no conseguía su objetivo. Por ello, antes de conseguir ese contrato con el último clavo ardiendo llamado Parlophone, Brian Epstein habló con la mítica tía Mimí (la tía que ejercía de mamá del pequeño Lennon) para comentarle que era plenamente consciente de la fragilidad de su sobrino y de que si las cosas salían mal, él le protegería en la medida de lo posible. (Pero… ¿cómo se protege a alguien en caída libre?)
Esta historia tiene final feliz. Ustedes ya la conocen: el talento se convirtió en éxito. El sueño de la furgoneta se hizo realidad. Los chicos se convirtieron el lo más top de los tops.
Últimas preguntas
Pero… y no puedo evitar preguntarme:
¿Qué habría pasado si el monstruo no hubiese llegado al top, tal como ocurre con el 99% de las bandas que en el mundo han sido?
Y, generalizando… ¿qué ocurre cuando uno pone mucha energía en algo y finalmente no logra los resultados que esperaba?
Y lo peor, no siendo el caso de los chicos, la pregunta que justifica el título de esta entrada:
¿Qué pasa cuando uno persiste en algo para lo que no tiene talento, esto es, cuando uno es rana y se piensa oveja?
Por favor, no nos pongamos dramáticos y acudamos a la red una vez más para ilustrar una posible respuesta. Les sugiero vean a uno de mis personajes favoritos de los chicos de Muchachada Nuí. Se llama Philip Max y es director de teatro.
Recuerden que todos tenemos un pequeño Philip Max dentro. No olviden reprimirlo con todas sus fuerzas. Por cierto, pueden hacerse 'fans' de este personaje aquí.
Y porque la vanidad puede ser el potro de tortura de nuestras frustraciones: si quieren decepción, aquí dos tazas. Volviendo al principio y para cerrar el círculo, les dejo con uno de aquellos que respondían a grito pelado ‘To the top, Johnny, to the top!!!’ en la furgoneta. Él se llama Pete Best, y fue arrojado de la furgoneta bitel cuando ésta empezaba a despegar. Epstein trató de ponerle paracaidas y así lo hizo colocándole como batería de otro de los grupos en su cartera. Vean ustedes mismos el resultado. Aquí lo tienen con bigotón de moda en el show de David Letterman, 20 años después de todo aquello . Si no lo entienden no desesperen, simplemente fíjense en su rostro. ¡Ánimo Pete!
(El vídeo tiene dos partes. Si tienen ánimos pueden abrir la segunda)
Fin de temporada
Hace 1 año
3 comentarios:
Borrón y cuenta nueva.
Cuando algo te sale mal, borrón y cuenta nueva.
Y si me apuras Bourbon y cuenta nueva.
¿Borbón y cuenta nueva?
Eso es lo que debió pensar nuestra Letizia...
Jajajajajajaja!!!
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