Fin de temporada
Hace 2 años
Sus majestades también pronunciaban discursos navideños que distribuían en formato disco flexi -qué tiempos- para su club de fans más recalcitrantes. Naturalmente, eran discursos más amenos y sugerentes que los de nuestro monarca: no necesitaban modernizarse, ellos ya se actualizaban solitos.
Albricias, qué título más ingenioso, no me lo nieguen. Hallazgo sin par este Monopoly bitelmaníaco de cuya existencia acabo de ser informado. Qué mejor regalo para jugar estos bonitos días navideños de paz y amor en familia.
En un intensa batida por la red de redes, he hallado este incunable: ¡Un trivial pursuit sobre nuestros amigos! Acojonante.(Disculpen mi exaltación...). Un vendedor mejicano ha colgado este artículo cuya promo reza así:
He tenido que abrir un subapartado dentro de esta serie de capítulos sobre 'artistas' con el cerebro atrofiado por la lírica bitel. Es un caso especial el de Guille -en la foto mirando lo que se le viene encima-, alma mater del proyecto musical 'Wild Honey', pues sufre una doble atrofia debida a su desmedida querencia por la única banda americana que plantó cara a la invasión bitel: the beach boys.
Qué bonito me ha quedado el título. Ahora les explico.
Buenos y lustrosos lunes. Para desengrasar he preparado esta lúdica entrada sobre nuestros queridos teleñecos o muppets y los bitels. Antes quiero agradecerle a Fran Nixon el haberme enviado desde su magnífico blog unos cuantos cienes y cienes de lectores que se han tomado la molestia de beber el rico zumo de naranja de la entrada del viernes. Muchas gracias a todos por prestarme sus oídos.
Permítanme una digresión dentro de este blog bitelmaníaco y escuchen esta bonita historia basada en hechos tan tristemente reales como el manto de orines que cubre el centro madrileño. Dice así:
Trato de buscar una relación entre los bitels y los clash y no la encuentro más allá de que los dos grupos llevaban dos guitarras, bajo y batería, vale sí, que ambos provienen del rock, etc... pero no me es suficiente. Quizá sirva este cartel anunciando a los segundos en el mítico Shea Stadium (ver entrada 'Gente que estuvo allí (I)') como cordón umbilical entre ambos grupos. Quizá sirva también el hecho de que Joe Strummer fuera inicialmente un jipi convertido en punki para, finalmente, reconvertirse en jipi. Paz y amor.
Nada que ver con el Pardo de Juan y Junior ni con el periodista musical pureta. No, no. Este filósofo y profesor en la Complutense madrileña es todo un artista de la pista bitel. Sí, claro, aquí caben filósofos, el manto bitel nos cubre a todos por igual, a los de arriba, a a los de abajo, a los de centro... y a los de dentro. José Luis Pardo (en la foto de promo, en posición abbeyroadiana) no ha publicado ningún disco, no. Les explico.
Me llega a mi buzón esta viñeta de los inefables Asterix y Obelix (Gracias de nuevo a mis amistades que se preocupan por enriquecer este blog). Tengo que reconocer que los galos nunca me entusiasmaron especialmente -igual que Tintín, ese chico ambiguo de peculiar relación con su can-, pero bueno, les vamos a perdonar la vida por el guiño a los 4 de Liverpool. Es cierto, que sólo se reconoce físicamente a Ringo (que lleva un bonito laúd a la espalda, jajjaja!) y quizá a sir Paul, de prominente mentón. pero la reacción de las chicas del poblado es el inequívoco grito universal: ¡Hiiiiiiiiiiiiii!
Qué bonita es la negrita de Lennon, todo un clásico. No lo digo por nada en especial, que nadie se dé por aludido.
Además de leer el ABCD las artes y las letras, paso la sobremesa del sábado disfrutando de la Premier League por TV. (Ahh, no te pega nada, me dice un amiga. Vale, bueno, no sé, a mi me pega todo, o casi todo, dejen que me explique…) Tengo que decir que el fútbol me aburre sobremanera, especialmente la liga española, a excepción del juego del Barça y de la propia selección española… el resto, bufff. Pero en la liga inglesa hay algo que me engancha. No entiendo ni papa de fútbol, pero da igual; debe de ser el color verde eléctrico de los campos, la forma en que las redes cuelgan de las porterías, los cánticos de las gradas, la rapidez de los jugadores, la verticalidad del juego (toma ya, esto se lo he oído a Valdano o a alguno de esos), no sé, disfruto, me relaja, aflora mi cerebro reptiliano, me dejo llevar.
Por si alguien se despistó, aquí EMI-Parlophone recordaba con esta publicidad que detrás de la broma estaban los cuatro chicos...
No es la fórmula del condensador de fluzo ni la contraoferta a la teoría de la relatividad. No. Este binomio que yo mismo he ideado sintetiza de manera subjetiva y a título personal el siglo XX del Reino Unido, esto es: Winston Churchill + The Beatles. Vale, sí, la elección de iconos que representan al gran (ex) imperio anglosajón es reduccionista, subjetivo, falsario, idealista, minimalista y todos las listas que se les ocurran. Y mira que lo siento por Isabel, por su reina madre, por el gin tonic, por Aston Martin, por lady doDi y por Margaret –la dama de yerro-. Las cosas son así desde mi humilde punto de vista: ninguno de ellos explica tan milimétricamente lo ocurrido en ese país durante el último siglo como los dos elementos del binomio que propongo. Me explico.
No he podido evitar abrir una nueva entrada al hilo de la beca bitel en la entrada inmediatamente anterior. Se preguntarán a qué se debe tanta excitación... bueno, pues, buceando en la web -estoy preparando un texto referente a Churchill y los Beatles que sin duda revolucionará el mundo del blog-, me he topado con la página de una tienda norteamericana que, amén de todo tipo de merchandaisin bitel, te confeccionan por encargo las chaquetas de la portada del Rubber soul, del concierto del Budokan, del Shea Stadium, de Hard days night... en fin, un mundo de color y fantasía que no se deben perder. La Budokan es hortera hasta decir basta, pero mola. Quizá yo me quede con la Crosswalk jacket de Abbey Road. Sí. Echen un vistazo, la página es fea de pelotas, pero merece la pena: http://www.beatlesuits.com/
La cosa se complica. En su cruzada por reactivar la economía mundial, Apple corp. y Emi se disponen a sacar al mercado una manzanita USB la mar de mona (ver imagen) con toda la discografía de nuestros amigos, edición limitada. Qué sin vivir para los bitélmanos recalcitrantes. ¿Qué hará R ahora? (Si no conocen a R, pueden leer la entrada ¿Caja Mono o Estéreo?). Las últimas noticias me dicen que compró la caja estéreo y que está ahorrando para la mono. Vale, sí, pero, ¿qué pasará ahora con la manzana? ¿Qué pasará y seguirá pasando con esos miles y miles de fanáticos que acumulan vinilos, casetes, cedés, tazas, relojes, estanterías, dildous, camisetas, rickenbackers... etc. etc. etc. con el sello bitel? ¿Tendrán espacio en sus hogares? ¿Dinero para mantener el ritmo del mercado?
Abro este segundo capítulo dedicado a toda esa gente que vivió un momento bitel primoroso de primera mano con el testimonio único y original de mi compañera musical en Plastic d’amour, y sin embargo amiga, Blanca Lacasa. Ella misma se ha encargado de escribir el contenido de este post –vaya mi agradecimiento por descargarme de tanto trabajo-. Estoy seguro les resultará apasionante. Dice así:
(Por cortesía de mi amigo Irri, que lo ha descubierto aquí... http://loveallthis.tumblr.com/)
Las cosas que suceden en la adolescencia, etapa de la vida guiada por la desorientación, la duda y la hormona, son imprevisibles. Es un momento de hastío vital, montaña rusa de emociones, descubrimiento de la soledad, del sentimiento de grupo o manada, en fin, de tantas cosas.
‘Voy en tassis’
El gordito de los pixies afirmaba en una entrevista que tiene un hemisferio del cerebro ocupado con el repertorio de los bitels. Yo añadiría que, además, le caben los cuatro en la barriga … jajajjaja! (vale, lo siento, festival del humor).
Un buen amigo -fanático a muerte de los Python- me envía esta foto junto a la leyenda: los viejos rockeros nunca mueren, pero se estropean que no veas. Le respondo: y sin son ingleses, se transforman en señoras –con permiso de Keith (Richards)-. Cada vez se parecen más a las cincuentonas inglesas a las que tan bien imitaban en sus treinta, me dice.
El caminito que va desde 'esos pesaos que cantan el yelou submarin' a la perfecta idolatría es inescrutable, imprevisible y, en ocasiones, imposible. Todas las personas están preparadas para creer en la santísima tetranidad -disculpad el símil religioso, hoy me levanté católico-, aunque no todas estén dispuestas a abrir su alma a la revelación. Sí, siempre se te pueden interponer en el camino los clásicos Ramones macarruzos o unos Smiths pesadetes, buenas bandas como White stripes o Arctic monkeys, y/o los cientos de grupos de moda que surgen cada semana... Te dará igual: al final, el monstruo de las 4 cabezas estará ahí siempre, acechante, a la vuelta de la esquina dispuesto a devoraaaarte al menor descuido.