Es hora de abrir un breve capítulo de esta saga emocional que nos acerca al espíritu de los chicos a través de testigos de primerísima mano. Hoy le toca a... Catriona, la actual estilista de Sir Paul. Como lo oyen.
Conocí a Catriona por causas del destino durante el estreno del clásico 'Fuenteovejuna' en los madrileños teatros del Canal, el pasado mes de junio. La estilista que nos ocupa se encargaba del diseño de vestuario de la obra. British estirada, altiva, mediana edad, digna nieta del imperio. Y, a pesar de todo, en el intermedio de la obra, Catriona me invitó a una cerveza en la cafetería. Así, como se lo digo a ustedes. Fui invitado a una cerveza -de copa, 1/3, bien tirada- por la estilista de Paul McCartney. Yo, Alberto Mate.
Y les diré más: la persona que me presentó esa noche de junio en la cafetería de los teatros del Canal a la estilista de Paul McCartney es Jeremías Herbert. Sí, no les suena. Pero seguro que Michael Palin de los 'Monthy Python' de toda la vida sí les suena. Pues bien, Jeremías, amén de escenógrafo, es el sobrinazo del Palin, a la sazón compañero de correrías de George Harrison. Jeremías conoció de chaval en los camerinos del Hollywood Bowl a Harrison, durante una de aquellas míticas giras de los Monty por USA en los '70.
Les comento también que Catriona había asistido como invitada a la última fiesta de fin de año de sir Paul en su rancho de los midlands. Quiere esto decir que, en un momento dado, me vi rodeado por la mujer que acicala a milord Paul y que asiste a sus fiestas de fin de año y, por otro lado, por un tipo que había colegueado con Harrison en el camerino del Hollywood Bowl.
Abrumado por la responsabilidad, me limité a pintarme un bigote de espuma de cerveza mientras intercambiábamos alguna palabra de cortesía. Poco más. Mi oportunidad para llegar hasta la mismísima puerta del olimpo bitel en los midlands se desvaneció cuando sonó el aviso de comienzo de la segunda parte por megafonía. Mi pozo en un gozo: fuenteovejuna todos a una nos fuimos sentando en las butacas de la sala. Después de un silencioso eructo vino la calma -disculpen la escatología-.
La obra fue un éxito. A la salida estuvimos esperando al elenco y los resposables de la obra. Catriona se perdió en el laberinto de pasillos del mastodonte teatral -Navarro Baldeweg, arquitecto responsable, ¿¿qué hisiste??- y sufrió un ataque de nervios. Nunca más regresó.
Nadie supo de ella. Dicen que su alma vaga aún por los pasillos, bajo la luz cenital de los lucernarios. Oh, Catriona, get back to where you once belong!
(No tengan en cuenta lo de su alma y bla bla de este último párrafo. Era para darle más dramatismo al desenlace del texto. Lo del extravío en los pasillos y posterior ataque de nervios es rigurosamente cierto. Eso sí.)
Fin de temporada
Hace 1 año
8 comentarios:
Pues para haber "estado allí", ni la una ni el otro soltaron prenda.
O tu no sacaste partido de la situación.
¡Ay! Los ataques de timidez y/o vergüenza, esos traidores...
La mitomanía es así. Los mismos ojos que han visto a Harrison y a Paul, se posaban sobre Mate...
Me encantan estas entregas de "Gente que estuvo allí". Voy a aprovechar, agradeciéndole de antemano que me deje este espacio en su casa, para contar una anécdota con la que ataco y abraso a todo ser viviente cada vez que llevo unas cuantas birras de más y que me hace sentir el ser más pleno del mundo. Dice así:
Hace cosa de dos años el Milodón vivía en Londres. Allí, además de hacer otras cosillas, se ganaba la vida trabajando como camarero para un catering de postín. Un día, durante las celebraciones de la Semana de la Moda, se corrió la voz entre el personal de la empresa que en el cocktail de esa noche -que era el posterior al desfile de Stella McCartney- estaría... TACHÁN... ¡Sir Paul!. Dominado por los nervios y de la emoción, el Milodón le pidió a todos sus compis camaretas que si veían a McCartney en algún lado de la sala me lo dijesen. Y así fue. Un compi vino y dijo: "Está en aquella esquina, con su nueva novia americana. Pero es la quinta vez que le ofrecen canapés". Como supondrás, al Milodón se la sopló big time que Sir Paul McCartney ya hubiese recibido mil ofertas canaperas. Allí se fue. Nunca olvidará ese momento en el que extendió su brazo y miró a lo ojos a un beatle y le dijo: "¿Le gustaría probar este gratén de calabacín?". Después, se tuvo que ir a la cocina a llorar de la emoción.
Así fue. Ni más ni menos.
Por cierto, Macca dijo:
"No, gracias".
Entiendo este tipo de post. Para mi los DIRE STRAITS son lo mas grande; pues bien: hace unos 15 o 16 yo le di la mano a uno que le dio la mano a uno que le dio la mano a Mark Knopfler...
Y entre el primer apretón de manos y el último pasaron solo 15 días... que no es moco de pavo.
Gracias Mylodon
tu testimonio es un 'Gente que estuvo allí (IV)' en sí mismo.
Como buen aristócrata, te respondió con un educadísimo: 'no, thanks'.
....yo estaba allí????....el exceso de emociones me impide recordar...pero sé que hay algo de cierto......
creo que no estabas allí.
no tengo testigos, habéis de creerme pues. fue durante el intermedio y las chicas seguramente estaríais haciendo cola en el WC, salvo Catriona... que probablemente fuera una replicante sin necesidades miccionantes.
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