...Y QUIZÁ TE QUIERA. Por Alberto MATE aka Dr.Rolls & Reverendo Royce
Este blog pretende ser una suerte de viaje sentimental, un diario personal, un anecdotario vital, una visión subjetiva y personal, qué sé yo, un TODO alrededor de los Beatles. Fanatismos aparte, no se debe confundir con una enciclopedia: los datos sobre los cursimente llamados Fab Four ya se encuentran en la red y en miles de libros; no deseo aturullarles con cifras, fechas e historias manidas. Pasen y disfruten, un splendid time está guaranteed for all.
Nos movemos por terrenos demagogos, pero no se preocupen: el Rolls puede con todo, sus cubiertas de caucho colonial y su tracción a las cuatro ruedas nos permite salir airosos de todo tipo de terrenos. Un día más, y dentro de la atmósfera de la filosofía cotidiana, vamos a abordar un tema complicado en la península donde habito. Se llama 'excelencia', y no tiene que ver con monarca o clérigo alguno.
Excelencia: Superior calidad o bondad que hace digno de singular aprecio y estimación algo.
Vamos a ver, sir Paul era un pesado, un plasta en el estudio a la hora de grabar por pistas las canciones; fiscalizaba los solos de Harrison, los arreglos de batería de Ringo y la corbata de George Martin, el desodorante de Geoff Emeryck (que, por cierto, no usaba) y la temperatura del aire acondicionado de Abbey Road. Lo que quiero decir es que sir Paul, con su meticulosidad, sólo buscaba la excelencia en el resultado: ofrecer al mundo la mejor canción grabada de la mejor manera posible, con la mejor ejecución y sonido. Ambición, pasión, pesadilla, obsesión, llámenlo como quieran, yo lo llamo excelencia.
Todo esto les puede parecer de perogrullo; aquí no lo es. La democratización de la excelencia es un tema interesante: hacer las cosas realmente bien y ponerlas al alcance de todo el mundo es toda una novedad en mi país. Quizá se debería hablar de excelencia más a menudo, sería una bonita manera de interiorizarla. Un niño apasionado con algo, ya sea el dibujo, la plastilina o el gameboy, le dedicará horas y horas a su pasión para lograr un resultado excelente.
¿Qué nos pasa cuando nos hacemos mayores? La excelencia no es exclusiva de un trabajo creativo o artístico; se alcanza en nuestro día a día, a la hora de preparar una tarta al horno o de escribir un correo certero a un cliente o a tu prima que se casa. Al fin y al cabo la excelencia habla del amor por las cosas. Les sonará cursi, pero volver a casa habiendo amado durante la jornada laboral es una fortuna.
- Si doctor/reverendo pero, ¿qué me dice de los conductores de autobús de línea en ciudades como Madrid, DF o NY? - Le digo lo que Camarón: enamorado de la vida aunque a veces duela.
Hoy regresé del taller donde hago periódicamente el mantenimiento de mi guitarra acústica -la revisión de los 5000 kms. y esas cosas-. En ese taller trabajan 3 señores artesanos que respiran amor por las guitarras y bajos. Miman cada detalle, escogen los mejores materiales, piensan en el futuro del instrumento, en su cuidado, buscan el sonido, se sienten orgullosos cuando lo encuentran...
Les duele cuando alguien no valora su trabajo.
Es un gusto verlos trabajar y una inversión de cara al futuro. Para muchos la excelencia sigue siendo un lujo fuera del alcance o algo por lo que pagar no merece la pena. Querer pagarla es una cuestión de prioridades. Y de quererse a uno mismo.
Llega al buzón del dr.Rolls un enlace que me lleva por el ciberespacio hasta las 50 mejores versiones de los chicos 'of all time' según la web de pastemagazine Y yo, que soy ajeno a las listas pero curioso al fin, me pongo a bucear en el proceloso océano de las versiones. Y la verdad es que hay algunas maravillosas: las canciones se sostienen solas, pero en una voz o con unos arreglos determinados de repente toman otra dimensión.
El caso es que de repente me topé con una de mis canciones favoritas de los chicos, un tema incluido en el Álbum Let it be y que tocaron en directo en el concierto de la cubierta. Se titula 'Dig a pony' (algo así como 'Me gustan los ponys') y se trata, una vez más, de la voz de Lennon chilla que te chilla y unas armonías de sir Paul a tope. Descubro en este caso y para mi regocijo a una cantautora de Brooklyn bajo el nombre de St.Vincent -que es la artista que gusta de los ponys por esta vez- y que me parece que toca la eléctrica con mucha fuerza y con mucho gusto amén de una preciosa voz. Compruébenlo ustedes mismos:
Fantástica la pequeña Jimmi Hendrix de Brooklyn. Apetece darse una vuelta con el Rolls por el barrio, sólo por aquello de pasar un invierno.
Vamos allá con los chicos (sin ánimo de comparación, por favor). Me encanta ese comienzo en falso, a la espera del cigarrito de Ringo. Fumar impide comenzar las canciones, eso dicen ahora las cajetillas.
¡Cuidado! ¡Que llega la poli! Por cierto, preciosísimo sonido de telecaster en los dedos de Harrison. (Ave Harrison, a sus pies).
Con esto y un bizcocho, les animo a curiosear por esa lista de versiones que les comentaba, tienen para pasar un buen rato. Suyo, el dr.Rolls.
Las carreteras secundarias son el hábitat natural del Rolls. En ellas se mueve como ballena feliz, trazando curvas entre hileras de castaños que van descubriendo parajes desconocidos e incluso en ocasiones secretos. A veces es conveniente perderse y para ello las autopistas no son lo más recomendable, a no ser que te encuentres en Los Angeles o la región de París.
Hoy les voy a llevar por un camino que muchos bitelmaníacos conocerán; no lo llamaré secreto porque no lo es, pero espero que a más de uno le sorprenda. El paisaje se llama 'Junk', y es una preciosa joyita escondida en el primer album de sir Paul, ése que llamó 'McCartney'.
Quincalla Vale sí, reconozcamos que el título no es muy original: bautizar 'McCartney' a su primer album en solitario contrasta sin duda con la portada hermosa y enigmática del album (vean la imagen que ilustra la entrada. Para mi, una de las mejores portadas de la historia del pop).
El album rebosa ternura y se nota que sir Paul está muy enamorao de su Linda desde el inicio -'Lovely Linda'- hasta el casi final con 'Maybe I'm amazed', donde sir Paul canta a gritos su amor, (es su 'Don't let me down'). El disco está grabado en un cuatro pistas portátil y en Abbey Road. Es un disco 'de cámara' por así decirlo. (Si quieren más datos sobre él consulten aquí). Pero no fue esta última canción la que más me conmovió, sino una pequeña pieza de menos de dos minutos escondida en la sexta posición de la cara A (vamos, en la tercera línea de parrilla) donde las melodías se iban sucediendo con naturalidad, sencillez y emoción. Y es que este tío lo hace todo tannnn fácil. Escuchando 'Junk' (=basura, chatarra, quincalla, es el tema del que les hablo) uno tiene la impresión de que componer una canción pop es algo tremendamente sencillo. Pero no.
(Disculpen el sonido de mierda. Les recomiendo encarecidamente que se hagan con el disco. Es maravilloso).
Lo increíble del asunto es que la canción se trata de un doble descarte: primero de Album blanco -la canción se compuso en el retiro espiritual de la India- y después del Abbey Road por no encontrarle acomodo en el repertorio de este último. La competencia era feroz. Muchos autores daríamos un brazo por componer algo así. A los chicos parece que les sobraban brazos...
Maldito Paul, eres un sobrao Y ahora la pregunta es: ¿Adónde irán los besos que no damos que guardamos?, digo, perdón... ¿De dónde vienen las melodías que cantamos, que soñamos? Ah, la pregunta del millón. No se sabe a ciencia cierta, pero el dr.Rolls puede afirmar y afirma que sir Paul tiene el subconsciente amueblado de tal manera que las melodías fluyen cual corriente de Golfo. Allí, en un remanso y lejos de los huracanes se encuentra esta pieza de orfebrería. Si quieren indagar más acerca de la pregunta del millón les recomiendo un par de libros, ambos con estructura parecida. Se trata de entrevistas con solistas y grupos musicales alrededor de la pregunta, ¿de dónde vienen las canciones? Uno tiene por título 'Vasos comunicantes', de Bruno Galindo, y el otro es 'Songwriters on songwriting', de Paul Zollo, este último en el bonito idioma del imperio.
Notas al pie, anécdotas a mano - Compré 'McCartney' en el Madrid Rock (RIP) de Gran Vía. Recuerdo el momento de ver la portada colgada en la pared de la tienda, la emoción de la primera escucha, la sorpresa ante 'Junk', la reescucha. - La primera vez que estuve en casa de Brad Jones en Nashville, descubrí que esta misma canción era la banda sonora de su contestador telefónico. Sorpresa, la vida mola. - 'Junk' es una canción muy Wild honey (pinchen para ver entrada anterior). Vaya esta entrada y su melodía dedicadas a Guille que se recupera de un accidente en el swinging London. ¡Ánimo amigo!
Para rematar la jugada, aquí les dejo con el pequeño coreano que ya ha hecho nuestras delicias en alguna paseo con el Rolls. Me parece que su interpretación es muy melancólica y pausada, extremadamente dulce y ensoñadora. ¿Qué le dan a este crío para comer? ¡Resiste Shunga Jung!
Tranquilo como un buey, brillante y pulido, el errante Rrrrollls sale de paseo para tratar como es costumbre, sin demasiados jeribeques ni alharacas (disculpen, una fuerza interior me ha empujado a utilizar tales cuatrisílabos), un tema universal, extenso y sublime, la característica fundamental de todo grupo musicovocal que se precie y en muchos casos el instrumento más olvidado, descuidado, peor estudiado, desafinado, desaliñado y ninguneado en el país que me ha tocado vivir.
Se trata señoras y señores de… LA VOZ!!! Allá que vamos.
Se trata de la voz, idiota Hace un par de semanas el diario El País repartía en su edición de fin de semana un documental titulado 'The US versus Lennon'. Se lo resumo en dos líneas: habla de los problemas de Lennon para conseguir 'los papeles' de residencia americanos, igualito que cualquier otro inmigrante pero con el agravante de tener enfrente un gobierno que no le consideraba 'persona grata' debido a su posicionamiento pacifista y en contra de la guerra de Vietnam (estamos en los primeros 70).
El documental muestra un Lennon santón, plano, buenrrolista y casi mártir nada que ver con el otro Lennon retorcido, ácido, cínico, inseguro, yonqui, alcohólico, amoroso y violento. No pasa nada, el mundo del posicionamiento es así; por lo que a mi concierne no eché de menos un poquito más de profundidad en el personaje. Simplemente con que el documental nos mostrara su música tal como hace con esos fantásticos directos ya merecía la pena. Digamos que con que Lennon abra la boca para cantar, todos -o al menos yo- nos quedamos hipnotizados cual ratón a los pies del flautista de Hamelín. Cons-tan-ti-no-pla.
Y es que la peli tiene emoción gracias a las canciones. La primera en la frente: 'Instant karma'. Sí, es un temazo, pero es que el poderío vocal de Lennon es brutal. Escuchen y vean este falso directo (sí, muy típico de los '70, la música está grabada y la voz va en directo, tal como se solía hacer entonces):
Esta es de mis favoritas de su periodo en solitario. Me pregunto cómo se puede cantar así con esa boca tan pequeña y esa nariz aguileña. Y la respuesta quizá sea: precisamente por eso. La fisonomía de Lennon y su coco son la clave de su sonido y su actitud. Su sonido es nasal, agudo pero rico, profundo cuando es necesario. Es el hombre de las mil voces: dulce cuando lo requiere (Julia en el album blanco), estridente y desgarrado (don't let me down, dig a pony), amoroso y romántico (Girl con su maravilloso suspiro), pura sicodelia en Rain, misterioso en Lucy in the sky with diamonds…
Y es que este tío cantaba bien hasta con un chicle en la boca (All you need is love).
Maldito Lennon, tú la llevas Además de ser un ventrílocuo de sí mismo, Lennon ponía intención en cada palabra, esto es, interpretaba la canción, le daba el tono adecuado para añadir más emoción a cada frase. En el más que recomendable y recomendado libro 'Here there and every where', el técnico de sonido Geoff Emerick nos cuenta cómo Lennon llegó un día al estudio y cantó por primera vez en versión acústica un primer esbozo de Strawberry fields:
"…estaba claro que la canción de Lennon era una obra maestra… había algo mágico que ponía los pelos de punta en el timbre de su voz."
Conste que esta versión original del disco tiene su trampa. El productor George Martin tuvo que acelerar durante la mezcla una parte del tema y decelerar el resto para montar dos tomas buenas de la misma canción por lo que la voz de Lennon está bastante distorsionada. Da igual, hasta distorsionada es emocionante.
Paz y afinación Eso es lo que le deseaba Alejandro Sanz a su colega Alaska hace unos días para zanjar un intercambio de mamporros a través de ciberespacio. Reconozco que la respuesta me hizo mucha gracia: la paz es tristemente una utopía casi inalcanzable en nuestro loco mundo conflictivo. La afinación sin embargo no debería ser una quimera. No lo era para los chicos que, sin la ayuda de monitores ni auriculares eran capaces de medio armonizar las canciones delante de 60mil chicas fuera de sí. En este caso le echaré la culpa al talento natural, especialmente en el caso de Lennon y sir Paul, aunque una vez más pienso que igual que uno aprende a leer o escribir, también se puede aprender a dibujar… e incluso a cantar (mejor o peor, pero se aprende, que sí, hagan caso al doctor).
Porqué la voz no Y ahora las preguntas son: - Si todos nacemos con una voz única e intransferible... ¿Por qué menospreciamos nuestra preciosa y única voz? ¿Por qué no la explotamos, la educamos desde pequeños? ¿Por qué se olvida en las escuelas la educación 'vocal'? (No me vale que el humanismo murió en aras de cierto pragmatismo. Hablar en público también es saber manejar la voz y nuestro mundo empresarial es el mundo de las 'reuniones', por ejemplo), ¿Por qué la despreciamos? ¿Por qué aprendemos guitarra, piano, bajo… y los tocamos afinados y sin embargo al instrumento vocal lo ninguneamos no sean que nos quiten la 'frescura'? ¿Se pierde la frescura al aprender a colocar la mano para tocar el piano?
En fin, tantas preguntas, tan pocas respuestas.
En mi periplo vital me he topado con varios manuales de voz. Descubrir el mecanismo de la voz fue toda una revelación que me tuvo loco una temporada. Uno de los manuales se trató de unas fotocopias que me pasó una profesora de canto y que firmaba un pedagogo marxista argentino que animaba a las escuelas a educar a los pibes para el conocimiento de su propio cuerpo y su voz de cara a una hipotética futura revolución ('¡el pueblo necesita voces enérgicas!'). Tristemente, no dispongo de ese título que supongo descatalogado, lamento no se puedan echar unas risas. A cambio les propongo algo un poco más serio y eficaz, un famoso libro escrito por la profesora Myriam Alió. Se titula 'Reflexiones sobre la voz' y es un texto útil que les puede resultar de interesante guía. No digo que gracias a ello terminen cantando como Lennon, pero sí quizá encuentren la bonita y única voz que cada uno tenemos.
Anécdotas a pie de página y última hora > Sir Paul afirma que Lennon era el jefe de la banda, entre otras cosas, porque era el que más fuerte gritaba. > Paradojas del destino, el propio Lennon abominaba de su voz; no se gustaba nada. Eso es lo que ocurre cuando uno, a pesar de las apariencias, es inseguro. Como solución pedía a George Martin que le doblara la voz, esto es, grabar en dos pistas la voz y superponerlas para que ganara más cuerpo tal como sucede en buena parte del repertorio de la primera época de los chicos. > Recién he regresado de ver la película 'La red social'. La banda sonora es de Trent Reznor (9inch nails), pero ha sido toda una sorpresa que la voz que acompaña el final y los títulos de crédito sea la de Lennon cantando 'Baby you're a rich man'. Tanto los arreglos del tema como la voz suenan modernos y actuales. Nunca dejará de sorprenderme. Por todo ello, el dr.Rolls está en la posición de afirmar al día de hoy que la voz de Lennon es la voz entre todas las voces de la música pop moderna.
Y ahora, les pediría que no olviden vitaminizarse: la felicidad nos espera en el garage que da cobijo al Rolls. Para todos y para siempre. Suyo.
Semana difícil ésta sin mucho tiempo que dedicar a los amantes de los chicos y de las reflexiones cotidianas. Afortunadamente, las casualidades del destino me han servido en bandeja la foto que les muestro. Está tomada a fecha de ayer en la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes -también conocida popularmente como 'Sansebas' o 'Donosti of the Kings'-. Se trata de una sandwichería, hamburguesería y perritocalientería que, de repente y sin previo aviso, ha aparecido en plena calle ante mis ojos atónitos. Afortunadamente llevaba la cámara encima y he podido tomar una instantánea para compartirla con todos ustedes. Observen la simpática salida de humos a modo de periscopio. El dueño de este garito es, sin lugar a dudas, un verdadero fan de los chicos. Por si hubiera algún bitelmaníaco interesado en hacer una peregrinación, El submarino amarillo se encuentra en la calle San Onofre de Sansebas. (Eso sí, no he llegado a probar las viandas que ofrecen, el lugar estaba cerrado).
Lamento tener que abandonarles en este punto, pero esta semana es una semana loca loca. No desesperen: estoy preparando unas reflexiones sobre 'la voz' en la música y en el mundo en general que espero colgar la semana próxima. ¡Permanezcan atentos a sus pantallas!
No recuerdo dónde compré el album Abbey Road. Lo que sí recuerdo es que, tiempo antes de comprarlo, lo cogí prestado de una biblioteca en un pueblo del sur de Illinois en la américa profunda de los hermanos Coen, lugar donde residí surante un año cuando era adolescente. En la biblioteca de nowhere land había una buena colección de vinilos, cosa que a un españolito -en obras- como yo le dejaba un tanto alucinado. Por aquel entonces, en ssspaña sólo se podían escuchar vinilos -siempre previa a su compra- en el corte inglés y en otras tiendas de discos. Esto es 'jolivud', me dije, y tomé prestado el Abbey Road, última grabación de estudio de los chicos todos ellos juntos. Nervios.
Por aquel entonces yo funcionaba con un walkman de musicasete que me acompañaba como un marcapasos, así que lo primero que hice al llegar a casa fue pinchar el vinilo en el plato de la cadena y conectarlo a eso que se llamaba 'pletina' o reproductor de musicasetes para grabarlo en una cinta TDK o en su defecto BASF (pronúnciese baffffs). Hasta ahí todo normal.
Y es aquí que llega el quid de la cuestión. Escuchando el cuarto corte correspondiente a la maravillosa canción titulada 'Oh darling', y cuando quedaban unos compases para terminar, me llaman al teléfono y corto la grabación justamente en la emocionante subida a grito pelao de la frase final 'I'll never doooo youuu…'. CLIC! Stop. Llamada cotidiana de amigo, intercambio de chascarrillos, bla bla, cuelgo, y continúo la grabación del disco en el siguiente corte. Conclusión: durante meses y meses estuve convencido de que 'Oh darling' se remataba con ese corte abrupto final i'll never dooo youuuu… clic! … y comienzo de 'Octopus's garden', y lo tomé como una genialidad más de los bitels. Los mejores.
La anécdota es una tontuna, lo que quiero transmitirles es que dentro de la obra maestra -Abbey Road- , esta canción siempre me ha parecido un temazo. Al fin, cuando descubrí que, efectivamente, había final y que el final era un final típico de ese tipo de canciones, me siguió pareciendo un temazo y la vida continuó como si no hubiera pasado nada.
Por qué Oh darling Pues no sé por qué razón 'Oh darling' siempre me ha tocado la fibra sensible, quizá por el bonito arreglo de bajo a toda tralla en la mezcla, la voz desgarrada, el arreglo de piano que se escucha en el canal izquierdo del estéreo, o la guitarra cortante que suena en el derecho. Vaya usted a saber. La cuestión es que la canción me ha perseguido durante muchos años y que se merecía una entrada en este blog.
Fue por ello que volví a consultar el oráculo de las canciones bitel, esto es, un libro del que parece increíble que en un año de paseos en Rolls no les haya hablado aún. Se trata de 'Revolución en la mente', por el periodista británico Ian McDonald -desgraciadamente se suicidó hace relativamente poco tiempo-. En el libro, Ian McDonald glosa con datos, opiniones y pareceres cada una de las canciones de todo el repertorio que los chicos grabaron convenientemente ordenado por fechas. La locura, un trabajazo. Les recomiendo este libro a todos, músicos, no músicos, melómanos, criptómanos, gentes de bien, abogados… (es broma, no me tome en serio el gremio, por favor). Dispuesto a investigar sobre el tema yo, -que siempre lo relacioné con las baladas de la Motown, Four tops, con algunas gotas de James Brown-, acudí al capítulo 'Oh darling' del libro que les comento donde, curiosamente, Ian McDonald afirma rotundamente que en la canción de marras:
1. El arreglo de bajo está mezclado a demasiado volumen. (Oh cielos, arreglo tan estupendo debería estar a más volumen incluso) 2. La batería es torpe (¡Ánimo Ringo!) 3. La canción es un ejercicio de estilo de 'doo wop'. (¡Sí señor!). Los coros están mezclados demasiado bajos (Cierto).
Toma, que ahí vamos Y ahora, con acento Punsetiano giramos, doblamos la curva, y nos preguntamos: Pero… ¿Qué es el doowop? El Rolls, que es un automóvil para paseos hedonistas decide tirar por el camino fácil, el de enmedio: la wikipedia, donde se traduce el doowop como el 'du duá', no se si me entienden ustedes, el estilo vocal a capella que lo chicos de barrio cantaban en grupo a diferentes voces arropando a la voz solista para impresionar a las chicas, vamos, el pleistoceno del hip-hop. Échenle un ojo al tema si quieren que les quede más claro.
Y ahora la pregunta es: ¿Es realmente 'Oh darling' un ejercicio de duduá? ¿Pretendía serlo?
Mientras lo pienso... buceo en el proceloso océano yotuve y me encuentro con un viejo 'hit' interpretado por los Jackson 5 del duduá, un grupo con el tremendo nombre de Rocky Fellers (esperemos no fueran tan maltratados por el padre como los 5). La canción que cantan se titula 'Little darlin' y, por lo visto, es uno de los mayores éxitos del duduá en los años 50. No se pierdan al pequeño Joselito. (Avancen hasta el segundo 45' si no quieren introducciones, no tiene desperdicio).
Qué, espero que les haya quedado claro el temita. Sí, no tiene mucho que ver con el 'Oh darling', pero no me lo discutan: el vídeo es increíble. Con ello no pretendo contradecir al señor McDonald, no me malinterpreten. Mejor me voy a dormir y lo consulto con la almohada... duduá, duáaaaaa. Mañana será otro día.
Gracias por estar ahí, les pido sean felices. Nos vemos próximamente en la pantalla.
Llega al buzón del dr.Rolls un testimonio único, ideal para completar un capítulo apasionante más de nuestro tradicional 'Gente que estuvo allí'. En esta ocasión se trata de un personaje que se hace llamar Mylodon y que alimenta un precioso, tierno y descacharrante blog sobre la capital de España que ustedes no se deberían perder.
El Mylodon tuvo una experiencia mística que confirma la sospecha: Paul no ha muerto. Sin más preámbulos, aquí les dejo con su testimonio en primera persona.
>>Aquel día, mientras planchaba mi deprimente camisa negra de algodón de camarera de catering en algun lugar de Londres, nada hacía presagiar que pronto me encontraría en presencia de la grandeza. No me entendáis mal: mi camisa era deprimente por ser negra, no por ser de camarera de catering. Aquel trabajo, que habia encontrado de pura casualidad al llegar a la capital del Imperio, en realidad me encantaba. Solíamos ofrecer comida en acontecimientos de la vida sosial londinense muy interesantes que tenían lugar en las tripas de lugares a los que jamás en mi vida habria pensado que podría acceder. Pagaban bastante bien. Y ademas no tenía que pensar. Sólo llevar de aquí p’allá bandejas llenas de comida muy rica que a veces uno podía probar. Aquella tarde tocaba ir a las salas del Natural History Museum, donde se iba a celebrar la fiesta de clausura de la London Fashion Week.
>>Lo cierto es que cuando caminaba por Kensington Road hacia ese templo del darwinismo que es el museo de historia natural de Londres iba pensando: "A lo mejor hoy me alegra la vista algún famosillo". Solía ser habitual toparse con celebrities en el tipo de actos en los que Rocket Food -que así se llamaba la empresa para la que trabajaba- ofrecía sus servicios. Ya le había dado la cena a Boris Johnson, el alcalde de Londres, ofrecido refrigerio a Josh Harnett, servido almuerzo a Brandon Flowers y recargado la copa a Elle McPherson. Así que no era nada descabellado pensar que esa noche habría algún habitual de los front row, en el festejo frivoluno. Lo que no se me ocurrió pensar es lo que alegremente nos comunicó el gerente del chiringuito canapero -un tipo llamado Michael, que por cierto nos trataba a la "legión negra", a.k.a “los camareros”, como si fuésemos cucarachas- cuando nos ofreció su habitual speech preparatorio: “Esta fiesta la ofrece Stella McCartney en honor a su madre, Linda, que como sabéis era vegetariana y por eso todos los canapés que ofreceremos serán vegetarianos. Nos han dicho que es posible que Sir Paul se encuentre entre los invitados. Queda terminantemente prohibido hacer fotos. Y por otro ladoffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff...” Mi cerebro ya no podía procesar más información... En mi cabeza ya sólo resonaban dos palabras, como el ritmo de un metrónomo loco: Sir=Paul, Sir=Paul, Sir=Paul. "Ha dicho Sir Paul?”
>>Le pregunté a uno de mis compañeros, así como fingiendo calma. Viendo que nadie me contestaba con certeza, los nervios aumentaban. “¿¿Ha dicho Sir Paul??” Le pregunté a otro, que me parecía mas espabilado. Nada. Ya histérica, empece a preguntar a diestro y siniestro. “¿¿¿¡¡¡¡Por Dios Santo, ha dicho Sir Paul, si o no???!!!”. Que sí, mujer, que sí, ha dicho Sir Paul, me contestó por fin uno, que me lanzaba miradas reprobatorias, como si viese en mí a una Mark Chapman en potencia. A mí me parecia imposible que a toda esa gente se la sudara de tal forma que un Beatle fuese a estar entre nosotros aquella noche. Pero os juro que así era. A nadie le importaba tres conchones. El caso es que reconocida e identificada la situación -aquella noche era posible que me encontrase con Paul McCartney EN PERSONA- empecé a examinar el espacio por el que los cincuenta camareros deambulariamos a lo largo de la noche. Como un terrorista de 'La Jungla de Cristal' le di un repado visual a las salas abovedadas, la escalera de mármol, el dinosaurio gigante del recibidor... y en seguida me di cuenta del problema: aquello era demasiado grande y cuando se llenase de gente sería imposible saber si Paul se encontraba en algun rincon. Así que fui uno por uno pidiéndole a todos mis compañeros (muchos, completos desconocidos), que por favor, por favor, POR FAVOR, si veían a Paul McCartney en algún rincón de la sala, por favor, por favor, por favor, me lo dijesen.
>>Ya le habia ofrecido tempura de verdura con alioli a Tracy Emin y crocante de campiñones a Kate Hudson cuando alguien me cogió por el hombro y me llevó hacia la luz. “Ahí está”, me dijo Juan, un bueno amigo. “Ahí está. Pero no vayas a ofrecerle más, que todo el mundo le ha ofrecido ya cien veces”. Y sí. Era cierto. Ahí estaba. Aquel hombre menudo con traje de chaqueta azul marino y corbata que lucía en los pies unos ridículos playeros tipo New Balance y en la cabeza un peinado propio de una señora de setenta años era Paul, el beatle muerto, vivito y coleando. Y a mi me importaba bien poco que una legión de cuarenta y nueve camareros ya le hubiese ofrecido comida. Por mis santos huevos iba a HABLARLE A UN BEATLE. Allá fui, con mi deprimente camisa de algodón negro de camarera de catering y una bandeja llena de pinchos en una mano. Me puse frente a él y le miré a la cara. ¡Quería verle la cara!. Mis ojos se pusieron en modo Robocop absorbiendo toda la información posible a una velocidad imposible. ¿Qué vi? Vi a un señor muy mayor pero con cara de niño con una tez rarísima, muy brillante, con dos mofletes colgantes rarísimos que me miraba con gesto de asco: "Would you like some aubergine and courgette gratin, sir?", le dije. Con un aburrimiento infinito me contestó: "No, thank you". Pero a mi me sono como si me hubiera dicho esto...
>>Justo después, con las manos temblorosas y la voz rota, me piré a la cocina -donde el ejército cucaracho tenía sus cuarteles generales- a llorar de emoción un rato. Nadie entendía qué coño me pasaba.
Ahí está, señoras y señores, el testimonio real y unico de que Paul está vivo y mantiene su peinado. Gracias al Mylodon por su generosidad para con este Rolls y todos sus lectores. No olviden que pueden seguir las aventuras del Mylodon aquí.
(Engolada voz resuena). 'En anteriores capítulos de la serie veíamos cómo el dr.Rolls confesaba sin pudor su estrategia para ganar el certamen de relatos bitel que el periódico La vanguardia convocaba hace unas semanas. Para evitar una hipotética derrota, el dr. presentaba 4 relatos bajo distintos nombres de familiares y amigos. Todos ellos fracasaron. Los tres primeros se publicaron en las anteriores entregas. Hoy veremos el capítulo final de la serie más seguida en todo el planeta. ¡Permanezcan atentos a sus pantallas!'.
Efectivamente amigos, hoy desembarco con el último de los relatos. Les contaré para ponerles en antecedentes que, una vez escrito el relato de Pierre Menard y a pesar del alborozo que me produjo su escritura, llegué a la conclusión de que aquellas 300 palabras eran demasiado frías e intelectuales; quizá me estaba dejando algo por el camino tanto en este relato como en los dos primeros. Me refiero al lado sentimental o emocional que tiene que tener todo relato concursero: unas gotas de ritmo, unas gotas de humor, unas gotas de naturalidad y… unas gotas de sentimiento, de afección, de cosa emocional, ustedes me entienden. Eso fue lo que me decidió a escribir este último cuento basado en una anécdota real que le ocurrió a un amigo -un intercambio de emails con un amor de adolescencia imposible-. No les adelanto más. Lean ustedes mismos y saquen sus propias conclusiones…
PARA NADIE
Escuché ‘For no one’ diez veces seguidas. A laundécima me armé de valor y, conteniendo la respiración, escribí el correo. Le dije todo lo que pensaba y quería: le declaré mi amor eterno en primera persona. Después traduje la letra de ‘For no one’ -para nadie- al castellano y se la dediqué –para ti- junto a la propia canción en formato mp3. En total 4,3 megas de cursi declaración de amor adolescente. El email es laherramienta de los cobardes, pero qué le vamos a hacer. Pulsé enviar.
Por la noche recibí la respuesta. Ocupaba 4 miserables ‘kas’.Esperanzado, abrí el mensaje. ‘Déjame en paz, no te quiero. R.’
Nunca imaginé que 4 ‘kas’ pudieran producir tanto dolor. Me acosté apretando los dientes. Me prometí no llorar, pero al fin lo hice. Fue mejor así.
Pasaron los años y aquel primer amor quedó lejos, arrumbado por el paso del tiempo. La vida siguió su curso, nada fuera de lo normal.
Esta mañana, mientras leía el periódico, mi hijo mayor –siete años- se ha puesto a cotillear los vinilos que tengo en el estudio. Le vuelven loco los colores e imágenes de las portadas y las contraportadas, mirar las carpetas, los álbumes dobles... Esta vez le ha tocado el turno al Revolver de los Beatles. Repasando la contra me ha preguntado distraído: papá, ¿qué significa ‘for no one’?
Para nadie, significa para nadie, he respondido. Él se ha encogido de hombros y ha seguido a lo suyo.
Por la tarde he vuelto a escuchar la canción. Me ha generado una especie de nostalgia difícil de explicar, la nostalgia de un lugar donde nunca estuve. Tentado de introducir el nombre de mi primer amor en el buscador de Facebook, finalmente he desistido. Quizá sea mejor así.
F-I-N
Pues ahí queda eso. Confieso que al día de hoy aún sigo estupefacto. Mi abuela dice que tenía(mos) que haber ganado. No puedo acusar a La vanguardia de catalanista: el protagonista del relato ganador era un guardia civil (!). Nada que objetar sobre ello, el relato era un buen relato sentimental. Quizá por ello, creo me falló la falta de 'localismo'; dejarme de kafkas, monterrosos y borgeses. Ah, e incluir alguna palabrota. (Siempre he pensado que eso ya estaba pasado de moda). Pero la vida sigue, no preocuparse. El Rolls continuará su periplo más rumboso que nunca. Y ustedes lo verán. Aquí les dejo con san yotuve. Hay cosas increíbles en este universo. Besos y abrazos.
Atención señores porque ya estamos entrando en la penúltima curva. Aquí les traigo calentito mi tercer relato bitel. Después de escribir los dos primeros, fue que me di cuenta de que debía apurar más el número de palabras y yo, que siempre fui fan de las ficciones y alephes del señor Borges, recordé aquel relato suyo titulado 'Pierre Menard, autor del Quijote' que siempre me hizo mucha gracia. Considero a Borges uno de los grandes humoristas argentinos del siglo XX, mucho mejor que Andrés Calamaro, donde vamos a ir a parar.
De esta manera alcancé prácticamente los deseados 300 vocablos que pueden leer a continuación...
Pierre Menard, autor del Sargent Peppers
Conocemos a Pierre Menard por el famoso relato de Borges. La hazaña de Menard-escritor simbolista francés del XIX- consistió en escribir el Quijote, palabra por palabra, sin el modelo original delante sino a través de la experiencia metafísica de ponerse en el lugar y en la época de Cervantes. Lo que no nos cuenta Borges, probablemente por desconocimiento, es que Menard fracasó en el intentó de regrabar el Sargent Peppers pista por pista.El dato salió a la luz recientemente.
Gracias al trabajo de un grupo de investigadores de la universidad de Lille, sabemos que Menard escondía en el sótano de su casa un melotrón, varias guitarras y bajos eléctricos, un combo de batería, un órgano Hammond B3, una sección de metales y varios componentes de la filarmónica de Lyon secuestrados, junto a un cuatro pistas rudimentario pero útil. Al igual que había retrocedido hasta el siglo XVII para ponerse en el contexto de Cervantes, nuestro pionero tuvo que avanzar mentalmente casi un siglo para emprender su obra musical más ambiciosa: el Sargent Peppers Lonely Hearts Club Band. El reto era ambicioso, difícil, transgresor, pues suponía un salto estético, social y musical de gigante. No fue esto un problema para Menard, un tipo avezado, chovinista y lleno de amor propio. El problema con el que se topó fue distinto. Aquejado de un problema cardiovascular, Menard dejó este mundo durante la grabación del clímax de ‘A day in a life’, canción que él consideraba su obra cumbre. Un soplo en el corazón, probablemente producido mientras escuchaba las tomas finales, fue el culpable. La interminable escala ascendente se lo llevó un 7 de junio de 1883.
Los investigadores guardan con celo el diario de grabación donde se detallan todas estas revelaciones. Los apuntes sobre las sesiones aún no han sido publicados.
F-I-N
No quiero que me acusen de intelectual; acúsenme de hedonista. No se pueden imaginar cuánto placer me proporcionó la escritura de este relato. Aún puedo imaginar e a esos investigadores de la universidad de Lille hurgando en el sótano de la casa decimonónica de Pierre Menard, entre polvo y legajos. Ahora la pregunta es: ¿Por qué fracasó este relato? ¿Es que no había ni un sólo redactor argentino en el tribunal? ¿O es que quizá había un argentino pero se sintió ultrajado? Nunca lo sabremos, la respuesta se perderá en el tiempo como gota de lluvia o bien habrá que preguntar a ese grupo de investigadores de la universidad de Lille...
En fin, recuerden que esto no es todo amigos: mañana cuarta y última secuela. Lo mejor por llegar. (No puedo evitar comentarles que en la imagen de arriba Borges transmutado en Lennon me recuerda a Mick Jagger en la actualidad. Nada, sólo eso)
Es compositor, productor y arreglista en musicasdecamara.com ***********
Aparte de su proyecto musical personal M A T E (www.matelaweb.com), Alberto es parte del duo Plastic d'amour, y colabora con Las Escarlatinas, Cristina Georgina y Beldivioleta.
****** Su trabajo más reciente ha sido la producción del libro-disco infantil 'Casi un musical' que será publicado en el sello SIESTA (www.siesta.es) a primeros de 2011. En él colaboran Irene Tremblay, Loquillo, Malcolm Scarpa y Jabier Muguruza. *******