...Y QUIZÁ TE QUIERA. Por Alberto MATE aka Dr.Rolls & Reverendo Royce

Este blog pretende ser una suerte de viaje sentimental, un diario personal, un anecdotario vital, una visión subjetiva y personal, qué sé yo, un TODO alrededor de los Beatles. Fanatismos aparte, no se debe confundir con una enciclopedia: los datos sobre los cursimente llamados Fab Four ya se encuentran en la red y en miles de libros; no deseo aturullarles con cifras, fechas e historias manidas. Pasen y disfruten, un splendid time está guaranteed for all.

miércoles, 26 de enero de 2011

El del medio de los chicos

Hoy hablamos de ése, del que se colocaba sobre el escenario entre el John y al Paul, esto es, el Harrisón, también conocido como Yorch. Y discúlpenme los fans por haberle hecho esperar. No por ser último se es menos. Comprobémoslo.

Una noche de insomnio me veo sentado en mi estudio con unos auriculares gigantes de esos en los que te caben las orejas todas enteras y se ponen calentitas y escuchas la música como si te encontraras en el mismísmo Abbey road, etc. El bajo aquí arriba, la respiración de la voz por el medio, el cerdeo de la acústica a la derecha y el humo de cigarrillo de George Martin haciendo volutas alrededor de mi cabeza. Decido pinchar en el lector un disco que hacía años que no escuchaba: All things must pass, la obra magna de nuestro protagonista de hoy, producción amurallada y bien apuntalada de Phil Spector, a splendid time guaranteed for all en forma de triple vinilo. (El doctor tiene la versión CDs remasterizada en 2001)

La primera canción de este disco, escuchada de madrugada y en la quietud de la noche es como un bálsamo. Esta canción siempre me ha parecido una preciosidad. Después de implorar a su amigo Dylan, Yorch consigue que le ayude a escribir una bonita letra de título 'I'd have you anytime'. Nunca la voz de este chico sonó tan aterciopelada.
Escúchenla mal que bien en este creativo vídeo subtitulado que encontre en el yotuve. Esas naranjas y manzanas me recuerdan a algo...




Para mi, ése es el mejor intrumento de este album: la voz que acaricia los oídos y que lucha por saltar el muro de sonido que construye su productor. Un muro especialmente denso en 'My sweet lord' y sobretodo en la interminable 'Wah wah'. Ambas me gustan, son un subidón, pero una vez escuchadas me encuentro tan agotado como un corredor de 3000 metros vallas.

Así que doy un pequeño salto de un par de años escasos y me voy al álbum Abbey Road sólo por darme el gustazo de escuchar 'Something' con las orejas afelpaditas al abrigo de mis nuevos auriculares (disculpen me ponga pesado, el doctor está redescubriendo sus discos gracias a ellos). Y es verdad que los timbales suenan como si estuviese sentado en una banquetita junto al mismísimo Ringo. Y que la voz de Harrison se escucha cercana y emocionante, dulce y melosa sin ser cursi. No les descubro nada: Something no es 'un' temazo. Something es 'el' temazo. Lo reconoce hasta el puto amo.



Something es la canción
Y, según cuenta Ian McDonald en su Revolución en la mente (no me cansaré de recomendárselo), también es la canción que a Paul McCartney le habría encantado componer. Parece que Harrison le adelantó por la derecha en la última curva del repertorio bitel con esta balada. Y aunque la envidia sea siempre insana, la música está por encima de las miserias humanas, así que sir Paul -enamorado del tema- se volcó especialmente con el arreglo de bajo de esta canción y firmó una de sus mejores actuaciones en el estudio. Viva la música viva el amor. El resto lo hicieron los arreglos orquestales de Martin -una vez más- y ese solo maravilloso de guitarra del propio Harrison, cuya personalidad y sensibilidad se extiende en cada nota. Qué calma, qué paz.

Pero no sólo de Something vive Harrison. Aquí el doctor se declara fan de los temas que lograba colar en el repertorio de cada album, empezando por el Don't bother me de 'With the Beatles'. Esa canción siempre me ha producido mucha ternura. Y siguiendo por If I needed someone -gran sonido rickenbacker- o la muy sampleada Taxman.
Así que para rematar, vamos a recorrer la carretera principal de 'While my guitar gently weeps', otro de los grandes temas del 'el del medio de los chicos' y por el que se le suele acusar de haber estado siempre por encima del bien y del mal y dedicarse a pontificar subido a una columna como un sansimoniano.

- ¿Y qué tiene eso de malo?
- Nada, Reverendo, eso no tiene nada de malo.
- Ah.

Si quiere conocer más cosas sobre el personaje, les recomiendo la lectura de su autobiografía titulada I, me, mine




Nota a pie de página
>> Escuchando All things must pass y Abbey Road con las orejas afelpadas y sin solución de continuidad, compruebo las visiones encontradas entre Martin y Spector acerca de la producción. Uno tan contenido, tan inglés y equilibrado, y el otro extremo, excesivo... boss americano. Parece que al primero le ponía de los nervios el segundo. Al segundo no le ponía de los nervios nadie, porque él siempre estaba -y sigue estando- de los nervios por puritita naturaleza.

jueves, 20 de enero de 2011

El dedo en la Jagger

Disculpen el absurdo juego de palabras. Ha llegado al buzón del Rolls un enlace a un blog titulado 'Blogger de Niro' que ha hecho las delicias del doctor. Tomen el título de esta entrada como un pequeño homenaje a tan hilarante propuesta y no olviden echarle un vistazo si son amantes de los juegos de sonidos y palabras.

A lo que vamos. El doctor ha leido con desenfreno la 'Vida' de Keith Richards, no tanto como fan sino por mera curiosidad: se trata de todo un testimonio de una época y de una forma de vida extremadamente rocanrol. Después de su lectura, el doctor se siente cada vez menos identificado con estos chicos de Londres y sus alrededores que siguieron la estela de los otros chicos de Liverpool. Y cada vez tiene más claro que, a nivel musical, los bitels se zamparon los años 60. Otro cantar son los 70, que es cuando el monstruo stoniano se hace realmente grande sobretodo por lo que representa: sexo, drogas y muchas y... rocanrol. Todo un referente de 'libertad' y exceso frente a la pacata sociedad inglesa.

Pero bueno, éstas son conclusiones personales del doctor, siempre negociables detrás de una caña de cerveza. (Con el reverendo es otra historia, no le pidan moderación, negocio o comprensión. El está en la Iglesia de los bitels, el dogma es su vida).
No les voy a brasear con el libro. Sólo comentarles que los primeros capítulos sobre infancia y adolescencia de Richards son bonitos y duros, y que me quedo con el momento en que se reencuentra con Jagger en una estación de tren y éste lleva bajo el brazo unos cuantos albumes de músicos de blues americanos. ¡Guau, discos de blues!¿De dónde los habrá sacado?

Entonces... empiezo a recordar.
(Y ahora, velo acuoso y flashback...)

Discos bajo el brazo
Llevar vinilos bajo el brazo era algo muy emocionante. Salías de paseo un sábado por la mañana al centro de Madrid y comprabas discos en las tiendas de segundamano, o en discoplay o Madrid rock. En la adolescencia te acompañabas de tu amigo del alma o de los colegas frikis melómanos. Recuerdo también la excitación de...

- Doctor doctor, parece usted el abuelo cebolleta
- Calle y déjeme continuar

... la excitación al pasar un album tras otro con los dedos sobre los cajones repletos de vinilos y el sonido que hacían al chocar uno contra otro ¡flop!¡flop!¡flop!
Y la displicencia de alguno de los propietarios de esas tiendas -creo que una de ellas que llamábamos 'el buitre' estaba en un piso de la calle mayor 4-, como si estuviéramos hurgando en unos tesoros que no merecíamos. Recuerdo su vehemencia al respecto de sus gustos, su cara de aceptación o reprobación según la elección de compra. Chavalito gilipollas que no tiene ni puta idea.
También los había cómplices y dispuestos, como aquél de discos Melocotón (que aún sigue abierto) que me felicitó por comprar una edición alemana de vinilo muy grueso del Revolver. No lo hice por ser tal, sino porque era muy barata. Bienvenida la palmadita en la espalda.

Ibamos acumulando una pequeña colección de música de mes en mes, siempre compartiendo y grabando en las famosas cintas basf lo que cada cual adquiría. Esto te permitía dedicar tiempo a algo muy importante que hoy en día parece algo secundario accesorio: el tiempo a escuchar, y cuando digo escuchar es escuchar; el tiempo a escuchar, oir con atención la música.

Los tiempos cambian, Dr.
Los tiempos han cambiado, claro que sí, pero en este caso concreto cuando me refiero a los tiempos, quiero decir que los tiempos que dedicamos a

1. La curiosidad
2. La búsqueda
3. Y la escucha

se han acelerado hasta el límite y más allá. Imposible dedicarle más de dos nanosegundos a reflexionar... Hoy en día disponemos de todo y lo tenemos practicamente... ya!
Esto tiene muchas ventajas, pero también tiene algún que otro inconveniente -y no me refiero a la pérdida de la'romántica', aquellos tiempos y bla bla, no me tengo por nostálgico-. Para el dr., el inconveniente fundamental es la pérdida del reposo, entendido éste como el asentamiento del poso que deja una música al ser escuchada. La cultura del zapping no nos permite tal respiro. La cultura del exceso de información tampoco. Todo está comprimido, la banda sonora de nuestro tiempo es un collage loco que cambia casi de día en día.

El mundo está loco!
Gira gira gira cada vez más rápido!
Nos vamos a estrellaaaarrrr...!!!
(Y león está cada vez... más hambriento)

Enciendo la radio por la noche y me encuentro a Juan de Pablos con su voz reposada y repausada haciendo un monográfico sobre Augusto Algueró. Entonces me siento en la silla a escuchar la voz del sabio que, huyendo de los tópicos de las chicas yeyés, pincha todo tipo de preciosos y desconocidos instrumentales recopilados en vinilos que salieron de lugares recónditos y que sólo un tipo como Juan de Pablos ha sido capaz de adquirir, catalogar y cuidar durante muchos años. Es la labor de un artesano de las ondas que nos sirve en bandeja la cena musical de cada día, degustando y paladeando cada plato como puro gastrónomo musical. Bendito anacronismo el de cada noche.

Acabamos
Y como último apunte y para rematar, decir que el Richards se despacha de lo lindo con el Jagger (de ahí el título de esta entrada), y que además era muy amigo de Lennon al que respeta y admira, y con el que se mete -estupefacientes- a partes iguales aunque sea el cuerpo de Lennon el que siempre sale perdiendo. 'Si es que estas cosas le sientan mal', dice la japonesa cuando su chico está tirado en el suelo del baño del hotel de Richards y se lo tiene que llevar a casa en 'tassis'.

Aquí les dejo el 'Yer blues' por los Dirty mac, banda efímera pero enérgica formada por las cuatro estrellas del apocalipsis: Lennon, Richards, Clapton y Allan White. Degústenlo con fabulosa intro en este vídeo que un amigo a hecho llegar al buzón del Rolls. Saludos cordiales.


Dirty Mac - Yer Blues

Fe de erratas: el reverendo les pide disculpas. El batería de Dirty Mac no es Allan White, sino Mitch Michell, a la sazón batería de The Jimmy Hendrix Experience.

martes, 11 de enero de 2011

El fraseo sincopado o la vida te da sorpresas

El Rolls ha estado paseando por estas navidades por los surcos digitales de un Cd que incluía un reciente Uncut, cortesía del Tapir. (Gracias, amigo). Se trata de un Cd que recoge canciones de la época dorada del rocanrol '50s y que inspiraron a los chicos en su momento. Muchas de ellas fueron versionadas antes durante y después de Hamburgo. Una de ellas fue directamente homenajeada en el Abbey Road.
Así fue como descubrí el caso 'Come together'.
Vamos allá.

Si es que está todo inventado
Nada nuevo bajo el sol, no crean que descubrí la pólvora. Cualquier melómano un poco enterado me dirá: ¡pero macho, pues claro! La cuestión es que el corte número 4 del Cd que les digo se trata de una canción del mítico Chuck Berry titulada 'You can't catch me'. El nombre de Chuck Berry es el nombre del Rocanrol, eso lo tenemos todos claro.
Escuchen y vean este bonito y loco playback televisivo del momento:



(Pónganse en situación: uno de esos señores protestantes blancos americanos también conocidos como WASP que enciende la tele a mediados de los 50 y se encuentra con un señor negro vestido de blanco haciendo el soplapollas con una guitarra sobre un escenario. ¿Y para esto hicimos una guerra?)

La canción es un temazo que habla de un coche que se ha comprado este señor y que corre mucho y es guay porque se va a ligar a todas las chicas y va a bailar rocanrol. No me extraña que al Lennon adolescente le flipara la propuesta y la hiciera suya, tanto es así que fue capaz de acordarse de ella en su madurez musical y plasmarla en su no menos temazo 'Come together'.
El fraseo sincopado, vamos, esto de recortar las frases creando un ritmo peculiar con los textos y que yo pensaba original del bitel... pues resulta que va a ser de Chuck Berry o quizá anterior -musicólogos del mundo, uníos y dadnos luz sobre el tema del fraseo a nosotros pobres legos en la materia-. Y es que Lennon arranca su canción con 'Here come old flattop, he come...', deformación del verso 'Here come a flattop, he was...' de Berry. Más que un guiño.



(Pónganse en situación: uno de esos señores protestantes blancos americanos también conocidos como WASP que enciende la tele a mediados de los 70 y se encuentra esta panda de jipis con togas y panderetas haciendo el jarecrisna sobre un escenario. ¿Y para esto hicimos una guerra?)

Separar palabras y desmontar la estructura de la frase al cantar una canción siempre me ha fascinado. Cuando escribes una canción en castellano es un recurso bastante útil, sobretodo teniendo en cuenta que este idioma es un mar de polisílabos. Y no hablo sólo de rock. Está claro que la musicalidad del idioma inglés -y más aún el americano- es uno de los motores de este estilo. El español es poco agradecido para el rock por mucho que se empeñen los argentinos -que lo hacen muy bien, por cierto-, al menos esa es la opinión personal del doctor y creo que también del reverendo.

- Arrepentíos! Rock is dead!!
- Venga venga, Reverendo.

Y esto es básicamente lo que les quería contar. También reseñar que la interminable última estrofa de 'You can't catch me' no puede ser más dylaniana. Está claro que Chuck Berry utilizó la cápsula del tiempo que tiene la NASA escondida en algún lugar de Alabama para plantarse en el '65 y escuchar 'Johnny is in the basement mixing up the medecin...' del Subterranean homesick blues y luego copiar el fraseo de vuelta al '55. Porque... ¿qué fue antes? ¿el huevo o el Dylan?

En fin, no les distraigo más.
Aquí les dejo con esta colaboración televisiva entre los dos iconos del rock. Perdonen a la japonesa; ella no sabe lo que hace.

lunes, 3 de enero de 2011

Basf o el ADN de la adolescencia

El doctor tiene una pequeñísima becaria encargada de poner desorden en su estudio. Las jornadas navideñas han contribuído a que ese desorden se acreciente llegando hasta el paroxismo. La visión positiva de todo esto es que, por arte de magia y locura, han aparecido todas las cintas casete guardadas desde los años '80. Repasar cada una de ellas ha sido como dar un paseo por delante de la adolescencia y más allá. Hay que ver el poder de unas simples cintas Basf o Tdk. Son irreductibles. ¿Seguirán sonando?

He seleccionado y fotografiado la reliquia que les muestro arriba. Les juro que esa cinta Basf de 90 minutos es parte de mi adn: me acompañó durante años a todos los confines del mundo metida en un marcapasos llamado walkman. Su contenido: el album blanco de los chicos de pe a pa, esto es, la enciclopedia del pop británico moderno. La casete ideal para una isla desierta.

He vuelto a guardar las cintas en la estantería. Podría haberlas tirado, habría ganado espacio y limpieza, pero de alguna manera me habría traicionado. Habría perdido muchos recuerdos (¿quién no tiene una casete o un cedé grabado por un amigo/novio/a/amante/etc. que se perdió?). Mejor guardarlas en un baúl del tesoro, aunque terminen bajo tierra en esa isla desierta.

Cuando hemos terminado de devolver las cintas a su sitio, la pequeña becaria y yo nos hemos tenido que lavar las manos con abundante jabón. Creo que de ahora en adelante les pasaré el plumero más a menudo para que no se me llenen de nostalgia. Teníamos los dedos negros de polvo. No le hemos dicho nada a mamá.

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Madrid, Spain
Es compositor, productor y arreglista en musicasdecamara.com *********** Aparte de su proyecto musical personal M A T E (www.matelaweb.com), Alberto es parte del duo Plastic d'amour, y colabora con Las Escarlatinas, Cristina Georgina y Beldivioleta. ****** Su trabajo más reciente ha sido la producción del libro-disco infantil 'Casi un musical' que será publicado en el sello SIESTA (www.siesta.es) a primeros de 2011. En él colaboran Irene Tremblay, Loquillo, Malcolm Scarpa y Jabier Muguruza. *******

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